lunes, 13 de febrero de 2017

Y NOS PONEMOS MALOS

Aunque hacer deporte con regularidad mejora la salud en términos generales, eso no nos convierte en superhombres ni en  inmunes a las enfermedades. Ni siquiera lo demoníaco que supone que después de meses preparando un objetivo caigas malo días antes, impide que se haga realidad.

¿Qué hago? ¿Sigo entrenando lo mismo? ¿Entreno pero menos? ¿Descanso? ¿Hasta cuando? ¿Tomo antibióticos? ¿Compito? ¿Me arriesgo o no me arriesgo?

Son muchas las preguntas que nos surgen en esos momentos cuando vemos que estamos entrenando bien, que estamos cogiendo la forma, que vamos a tope y tenemos cerca la competición para la que hemos entrenado o sencillamente, que hemos cogido una continuidad que nunca habíamos tenido en el atletismo. Y de repente, te notas que estás malo y todo se puede perder.

Así quedó el programa de entrenamiento en los últimos 9 días antes de la maratón de Málaga en 2011 después de mas de 3 meses preparándola a conciencia

Por supuesto no se puede generalizar qué hacer siempre ni como nos va a afectar. Depende de la enfermedad que nos haya pillado, los síntomas, la altura de la preparación en la que estemos y de la competición de la que se trate. En la inmensa mayoría de los casos durante los días en que estamos enfermos y en los días siguientes, nuestro rendimiento va a bajar en mayor o menor medida y debemos mentalizarnos de esa posibilidad; pero tampoco perdamos la esperanza de que no sea así, también sucede que no nos vamos a resentir.

Debo avisar antes de nada que si lee esto un médico, lo más probable es que se eche la manos a la cabeza y piense que estoy loco; que muchas de las cosas que voy a decir son contrarias a las leyes de la medicina; que son auténtica apología del masoquismo y hasta del suicidio. Pero los que hemos estado en estas situaciones lo entenderemos.

Respecto a los entrenamientos, lo primero que sigo a rajatabla es que con fiebre no entreno. No tanto porque la fiebre te deje hecho un trapo y no tengas ganas de salir de la cama, que eso es lo de menos cuando de no perder entrenamientos se trata, sino porque la fiebre es un mecanismo de alarma del cuerpo que no podemos obviar y hay que respetar. Pero la fiebre rara vez dura mas de 2 ó 3 días. A partir de ahí, considero que empiezan las excusas razonables para no entrenar.

Lo segundo que sigo a rajatabla es que si no tengo fiebre, entreno. Esté como esté. Malestar, dolor de cabeza, de garganta, tos, flemas... Cualquier síntoma similar puede limitar el entrenamiento que hagamos y las sensaciones que tengamos serán peores, pero sumamos entrenamientos. Incluso en síntomas leves o iniciales de manifestación de alguna enfermedad, salir a rodar suave me puede ayudar a disminuirlos  o cuanto menos, no me los agrava. Evidentemente en estas situaciones, lo normal que vamos a hacer es salir a rodar suave entre 30 minutos y 1 hora, no vamos a hacer entrenamientos de intensidad ni tiradas largas.

Dos ejemplos de casos con resultados opuestos en entrenamientos:

Dos semanas antes de la maratón de Alcalá hago un 2x6000 recuperando 2´, a 3´30" el primero y 3´15" el segundo. Esa misma semana empiezo con una infección en los ganglios de la ingle que adquiere tal grado que me obliga a acudir urgentemente al hospital. Comienzo tratamiento con antibióticos, Augmentine, y días después aún con la infección y los antibióticos, hago 19 kms con los 10 kms del medio a 3´20" con idénticas buenas sensaciones. Es decir, que ni una infección, ni la toma de antibióticos tiene por qué reducir el rendimiento. No siempre es así.

Sin embargo, en la semana siguiente a salir de una gripe, el entrenamiento de 3x(1000+500) previsto fue imposible sacarlo; los 500´s solo pudieron salir a 1´30", cuando la semana anterior había hecho 2x(3x500) a 1´22". La gripe me dejó el rendimiento por los suelos las dos primeras semanas. A partir de la tercera es cuando empecé a entrenar con cierta normalidad.

Series después de la gripe. Solo el irme a San Sebastián de los Reyes buscando mejor pista que la habitual de Torrejón, ya apuntaba que no me encontraba con mucha confianza
Cuando se trate de competir, salvo que se trate de una prueba que sea única, es decir, que tenga que ser esa o nada (una final, un gran campeonato, una maratón, la última prueba de la temporada, etc), teniendo en cuenta que es probable que el rendimiento se resienta, no es recomendable arriesgar. Si es la prueba objetivo, asumiendo que el rendimiento pueda resentirse y teniéndolo en cuenta en la valoración del resultado al finalizar, por supuesto que la corro.

Dos ejemplos con casos opuestos, en distancia larga y en corta:

Maratón de Malaga 06/12/2011, corro los 10 kms del trofeo Jose Cano en 32´34" el 27/11 y al día siguiente, a falta de 10 días para la maratón, empiezo con anginas, fiebre y tratamiento de antibióticos (no estoy seguro pero creo que Clamoxil). Aquí aparte de la bajada de rendimiento propio por la enfermedad, y lo bajo que noté que me dejaron los antibióticos, lo peor fue que las anginas solo me dejaron tragar cosas líquidas durante la semana de la maratón y eso me hizo llegar con los depósitos de glucógeno al mínimo.

Marca prevista antes de la enfermedad: 2h34´
Marca final después de la enfermedad: 2h47´

Maratón de Malaga 2011. La mayor petada y el día que peor lo he pasado en una maratón. En el km 24 ya vacío, recuerdo parándome a comer fruta en los avituallamientos a puñados para poder terminarla.
Con lo cual, debemos tener en cuenta no solo la enfermedad que padezcamos, sino que en ocasiones son los síntomas o efectos de la misma los que nos van a provocar unos perjuicios colaterales peores. Por ejemplo, no puedo tragar por las anginas, entonces no llego bien alimentado.

No solo en maratón pasan estas cosas. Sin ir mas lejos, el 22 de enero de este año, después de haber estado con fiebre y gripe desde 10 días antes, competí en un 1500 y tanto el resultado, como sobre todo las sensaciones, fueron horribles:

Marca prevista antes de la enfermedad: 4´00
Marca final después de la enfermedad: 4´08"


1500 después de una gripe, horrible, bloqueo muscular desde la salida

Pero no siempre es así de trágico.

En la maratón de Rotterdam 2010, unas anginas con placas desde 72 horas antes que me impedían tragar, me hicieron dudar si tomar antibióticos y correr o no tomar antibióticos para no debilitarme mas pero arriesgando una subida de fiebre (porque por supuesto que lo de competir ese día no lo dudé). Opté por no tomar nada y arriesgar. Creo que fue acertado porque no me subió fiebre y el rendimiento final no fue tan bajo como esperaba:

Marca prevista antes de la enfermedad: 2h30´
Marca final después de la enfermedad: 2h33´

Maratón de Rotterdam 2010, con estas pintas de enfermo momentos antes de la salida.
Es decir, que padecer una enfermedad por si sola, no tiene por qué hundirnos. Si no hay fiebre, no tomamos antibióticos y podemos alimentarnos bien; no perdamos los nervios de cara a la competición por ello.

Y también en la pista, con exigencias mas explosivas, podemos mantener la esperanza de un buen rendimiento y no solo saliendo de la enfermedad, sino hasta en el caso extremo del pleno proceso febril. Y aquí, además me salté el primero de los casos que exponía: no correr con fiebre salvo prueba única. Se terminaba la temporada de pista del 2014 y sabía por lo que había entrenado que podía batir el récord de España de 800 ese día 10 de julio. Pero el día 9 comienzo con dolor de garganta y el día de la carrera me levanto con fiebre. Todo el día con fiebre y dudo si ir por la tarde a competir, pero decido intentarlo. No tenía nada que perder.

Justo antes de salir de casa hacia el 800 de Majadahonda.

Pues la fiebre no afectó a mi rendimiento en esa competición, conseguí hacer el récord de España



























Respecto a la toma de antibióticos, siempre intento evitarlos todo lo posible y solo en determinadas circunstancias los tomo. Aunque después de la experiencia de la maratón de Alcalá que he mencionado antes, en que la toma de Augmentine no me lastró, tal vez me replanteé esto en futuras ocasiones. Lo que sí tengo claro es que el hecho de tomar antibióticos no me impide entrenar ni competir. La mayoría de los antibióticos son un tratamiento de 7 días mínimo, ¿alguien piensa que podemos estar una semana sin entrenar porque sí? Excusa razonable para el que la quiera coger. Lo único en lo que hay que tener cuidado, es en leer el prospecto del antibiótico que estemos tomando, porque hay algunos que tienen como efectos secundarios contracturas musculares y doy fe que es cierto. Recuerdo un antibiótico que me mandaron de esos que se toman durante 3 días y a los 500 mts corriendo, sentí un pinchazo en el gemelo que me tuve que volver andando a casa. Al leer el prospecto, entre los efectos secundarios se encontraban los calambres o contracturas musculares.

Conclusión: si tenemos la mala suerte de caer enfermos dentro de las dos últimas semanas antes de la carrera objetivo, debemos ir asumiendo que por una cosa o por otra, nuestro rendimiento es bastante probable que ser resienta en mayor o menor medida. Desde una pequeña pérdida hasta la catástrofe. Hay que mantener la calma dentro de lo posible, ver los efectos de la enfermedad en cuestión sobre nosotros y qué tomamos contra ella. La fiebre es uno de los síntomas que peor nos deja y los antibióticos también pueden terminar de rematarnos. Pero no perdamos la esperanza, también hay situaciones de enfermedad y antibióticos en las que no vamos a notar bajón alguno a la hora de la competición.



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